top of page

REPORTAJE

LA INMOVILIDAD EN PERSONAS MÓVILES.

 

  • La experiencia que han vivido las alumnas de 3ºA de inmovilidad con tan solo usando unas simples toallas.

  • La opinión de las personas que han vivido esta experiencia.

  • Las diferencias que hay entre las personas que tienen movilidad y las que no tienen movilidad.

 

El martes día 6 de octubre comenzó el trabajo. Tres alumnas de 3ºA de ESO del colegio Hijas de San José vivieron en sus propias carnes la experiencia de ser inmóviles. Lo tuvieron que hacer ya que estaban llevando a cabo un proyecto en las áreas de Lengua, Biología y Educación Física. El proyecto se llama SaludDA.

Para ello las tres chicas usaron toallas en diferentes situaciones y en diferentes partes del cuerpo.

En primer lugar, dos de ellas, se colocaron la toalla en el cuello experimentando así la inmovilidad en esa zona. La tercera, hizo el mismo procedimiento pero colocándose la toalla en los brazos.

“Elena y yo nos sentimos agobiadas al no poder hacer apenas movimientos, nosotras pensábamos que tener inmóvil esa parte del cuerpo solo perjudicaba a no poder mover la cabeza pero nos dimos cuenta de que repercutía a otro tipo de movimientos, como por ejemplo, no nos podíamos agachar o cambiarte de ropa fácilmente” decía una de las entrevistadas.

“Por otra parte, yo sentí que no tenía capacidad de mover el brazo y por tanto me sentí muy reducida al no poder realizar muchos movimientos ya que los brazos los utilizamos para la mayoría de actividades, por ejemplo, escribir o comer” comentó Rebeca.

Pero el trabajo no se quedó ahí, las tres chicas quisieron vivir más experiencias para ponerlo en común con nosotros:

“Nosotras tres como última experiencia, sentimos por un momento la poca capacidad de movimiento en las piernas, corriendo el test de cooper una prueba física que consiste en fortalecer nuestra capacidad de resistencia, empleando una toalla que nos rodeaba dichas extremidades. Además de realizar esta actividad también practicamos unas cuantas pruebas de velocidad y nos dimos cuenta de que una persona sin movilidad en las piernas apenas puede moverse sin ayuda.

La diferencia de velocidad entre una persona que tenía movilidad y otra que no era de casi unos 50 segundos” decía Elena Langarita.

Para finalizar esta vivencia, su profesor les hizo colocarse una pelota rodeada por una toalla en la tripa y hacer ejercicio con ella: abdominales, sentadillas… De esta forma vivieron la capacidad reducida en la zona de la tripa y se dieron cuenta de cómo se sentía una persona con obesidad.

Elena Cabello explicaba las diferencias entre la sensación de ser inmóvil y no serlo:

“Al principio creí que iba a ser fácil, la mayor diferencia que encontré fue la incapacidad de hacer los movimientos más cotidianos, comer, andar con facilidad, correr, recoger cosas del suelo, acciones que parece que todo el mundo hace con facilidad pero no es así.

En el caso del cuello, apenas podía girarme si me hablaba alguien por detrás, es decir que no tenía movilidad en el cuello ni hacia los lados ni arriba o abajo.

Y en el caso del resto de extremidades, tanto yo como mis dos compañeras sentimos una notable diferencia, al ver que apenas podíamos llevar el día de una forma normal.”

¿Pero de verdad les ha gustado la experiencia? En el último momento, se lo pregunté y fue un sí rotundo ya que se pusieron en las carnes de otras personas, y además pensaron que si no hubiese sido mediante este proyecto nunca hubiesen experimentado algo así.

 

 

bottom of page